Si tuviera que elegir un momento de mi vida para permanecer en la imperturbabilidad yo sería la niña que habita en mi corazón.
Una niña de cabellos dorados y piel dorada, de corazón puro e inocente. Una mente llena de mundos paralelos a los que escapar. Una niña que sobrevuela el mundo.
Ahora mismo en mi corazón ella no está sola. Se debate una lucha en mi interior desde que nació aquella con el pie en el abismo.
En todo momento poseemos un pie en el cuento de hadas y otro en ese abismo.
¿Quién ganará? ¿Quién es más fuerte? ¿La realidad, con todas sus penas y pasiones frustradas o la imaginación, con todos esos personajes y criaturas misteriosas?
Aún cuando el mundo se me echa encima acudo a la niña y me refugio en los brazos de mi paz interior. Y allí hallo tranquilidad, silencio, respuestas, sosiego. Y mi llanto se disipa con el calor de la llama de todo aquello que amé.
Yo soy la niña y la adulta.
Y no es fácil.
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