Él acercó los labios a su oído y susurro:
-Te quiero, eso es lo único que tienes que decir.
Un escalofrío le recorrió toda la espalda y le erizó la piel.
-Pero...
La besó con delicadeza en la frente.
-Dímelo -susurró-. Dime que me quieres.
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